lunes, 5 de noviembre de 2007

Suma y sigue...

Hace poco fui a visitar un cliente como parte las actividades de pre-venta que realizo habitualmente. Este cliente tiene presencia regional y, por lo tanto, gran parte de la conversación fue orientada a determinar la mejor manera de integrar nuestra solución a su modelo de negocio. Revisamos los aspectos de red, conectividad, centros de operación, software involucrados, etc. y, una vez que aclaramos el mapa, comenzamos a ver la mejor manera de integrarnos. Aquí las opciones eran múltiples (WebServices, HTTP, archivos de intercambio, etc.) y, claramente, la opción elegida fue la de los WebServices, sin embargo, había algo que no me cuadraba al momento de elegir esta opción.

Mientras conversábamos sobre los sistemas involucrados, se mencionó que el software que utilizaba cada una de las regionales estaba desarrollado en FoxPro y, por lo tanto, cuando se habló respecto a una integración entre las regionales y una aplicación central vía WebServices algo no me calzaba. Hice las preguntas de rigor y, efectivamente, me había perdido un punto de la conversación. La solución de FoxPro la habían deshechado hace algunos años y la habían reemplazado por una aplicación web sobre tecnología Microsoft disponible en la intranet de la empresa.

¿Y qué tiene que ver esto con el Post? Cuando nos contó que el software en FoxPro lo habían deshechado, también nos contó que, por el año 1997, estaban abriendo una sucursal (supongamos A) en alguna parte de la región y que, para optimizar recursos, decidieron comenzar a operar con la misma solución en FoxPro que tenía otra sucursal (supongamos B) en la región. ¿Porqué? Simplemente porque esto les permitiría no comenzar desde cero y concentrarse en una tarea de adecuación en vez de una de construcción. Entonces, le pidieron a B que enviara la aplicación por mail a A. La aplicación pesaba 1MB y, para las recursos disponibles actualmente, esto obviamente no representa ninguna situación especial, sin embargo, en ese entonces si lo fue.

En A tenían un plan de Internet en el cual se pagaba por Byte transferido (similar al modelo de tarificación de contenido WAP y/o Multimedia que existe en los celulares actualmente). Por lo tanto, además de demorarse 24 horas en bajar el E-Mail con el "adjunto", tuvieron que pagar a fin de mes una cuenta estratosférica. Básicamente, 1 MegaByte es similar a 1 millón de Bytes y, haciendo una suposición simple del tipo 1 Byte = 1 Peso, tenemos 1 Millón de pesos para comenzar. Claramente, espero que la suposición haya sido mejor.

Esta historia me hizo recordar algunas cosas respecto a cómo era el acceso a Internet cuando comencé a estudiar en la Universidad y, además, me recordó cómo se pirateaban los juegos en la época del Atari 600. Esta última, creo que la contaré después.