viernes, 27 de enero de 2017

Quiero ser Millennial...

El otro día conversaba con un amigo respecto a lo difícil y complejo que es administrar a los jóvenes en el ámbito laboral. En lo personal, aún cuando ya estoy sobre los 40, no me siento viejo y, sin embargo, no me puedo comparar con los jóvenes que habitualmente me toca trabajar y/o contratar.


Estos son jóvenes entre los 25 y los 35 años de edad o Millennials (Milénico en español) como se conocen hoy en día. Los Millenials corresponden a personas nacidas entre los años 1980 y 2000 aproximadamente y que, obviamente, no se comportan de igual forma a la Generación X, a la cual pertenezco yo. En términos, generales, las siguientes frases los identifican:
  • Menos religión, más individualismo
  • Menos paciencia, más redes sociales
  • Menos trabajo, más vida
Sin entrar en grandes comparaciones del tipo "mi generación es mejor que esta otra", el aspecto que más me cuesta comprender y asimilar es la relación que tienen con el trabajo, es decir, la última afirmación.

Yo viví mi infancia y mi etapa universitaria entre los años 1985 y 1998, años en que en Chile terminó la dictadura y comenzó la democracia. En esos años, mi padre estuvo cesante varios meses (y veces) y mi mamá nos mantenía haciendo lo único que sabe hacer, es decir, trabajando haciendo ropa, como ya conté antes (ver Las Cucharas... o la Relajación de los Acuerdos). La generación de mi padres, había vivido y superado la crisis económica de 1982 la que, sin quererlo, dejó huella en muchas personas. En particular, la necesidad de cuidar el trabajo sabiendo que con un 23% de Cesantía en su momento peak, más de una persona estaría dispuesta a realizar el mismo trabajo. Perder el trabajo era un lujo que no estaba permitido y la idea de hacer carrera en una empresa, la manera natural de enfrentar el trabajo. 

Hoy las cosas han cambiado y la generación de Millenials no tiene esta misma visión del trabajo, quedando esto reflejado en la famosa frase "No viven para trabajar, trabajan para vivir", publicada en The Guardian el año 2008, en donde se plantea que los Millenials crecieron mirando cómo sus padres trabajaban duro en su intento por progresar, lo que ha hecho que ellos tengan prioridades distintas a la hora de buscar trabajo y privilegien otros aspectos, provocando que el trabajo sea simplemente un medio para lograr acceder a otras cosas: viajes, cosas materiales, etc.

Por esta razón, y más cuando me toca trabajar con ellos, es que a veces me cuestiono si seré yo el equivocado, si ellos tienen la razón y lo que corresponde es dedicarse a vivir y mirar el trabajo, única y exclusivamente, como un vehículo para acceder a cosas y no necesariamente como un objetivo en sí mismo. No lo sé y, probablemente, tendría que nacer de nuevo para poder verlo de otra manera.


Pero, más allá del trabajo, hay un aspecto que caracteriza a esta generación a la perfección: la impaciencia. Como bien explica Simon Sinek en el siguiente video sobre los Millenials, esta generación tiene la maldición de la gratificación inmediata, esto es, no tienen ninguna habilidad desarrollada para plantearse objetivos, eliminando, casi de raíz, la satisfacción que produce establecer una meta, elaborar un plan, ejecutarlo y, por último, cumplirla. En fin, recomiendo ver el video. Creo que la visión es bastante clara y precisa respecto a los problemas que se nos avecinan, en especial, en el gran desafío de criar a nuestros hijos, 100% Millenials.


No se si estoy en lo correcto o no, pero, independiente de eso, tengo claro que no quiero ser un Millennial.