viernes, 25 de noviembre de 2016

La Magia del Lenguaje

El otro día, en la radio, un periodista hizo una crítica de cine sobre la película, recientemente estrenada, La Llegada (Arrival). Hasta ahora no la he visto, sin embargo, la crítica que hizo el periodista (y lo que he leído hasta ahora) indican que vale la pena verla.


Uno de los aspectos más relevantes de la película, según indicó, es que ella gira en torno a la necesidad de comunicarse con varias naves alienígenas que se ubican en la superficie de la tierra y que, a diferencia de las típicas películas de ciencia ficción, no hacen nada. Nada de nada. Se asume que sólo están observando. En este contexto, la protagonista, una experta en lingüística, es contratada para intentar comunicarse con los alienígenas. Para lograr esto, ella debe lograr establecer patrones comunes entre el lenguaje de los alienígenas (sonidos percibidos desde las naves) y el Inglés (obviamente, la película ocurre en Estados Unidos).

Con este dilema en mente, el periodista hizo mención a los problemas, paradigmas y desafíos que enfrenta la protagonista para intentar comunicarse, básicamente, producidos por las infinitas diferencias entre las dos culturas. El punto de partida, entonces, es lograr identificar puntos en común, por ejemplo, cómo se dice una cosa en inglés, y cómo se dice esa misma cosa en el idioma de los alienígenas. Después el periodista se explayó en las virtudes y bondades de la película, en lograr transmitir este desafío sin aburrir y, para terminar, hizo referencia al origen de la palabra Canguro (Kanga-roo en inglés) contando la siguiente leyenda (como se puede apreciar en Wikipedia):
"Una leyenda extendida afirma que el nombre canguro habría surgido al preguntar los occidentales el nombre de aquel animal y ser esto (Kan Ghu Ru) lo que respondían los aborígenes; su significado, según la leyenda, no era el nombre del animal, sino la frase "no le entiendo". Esta leyenda no tiene fundamento, pues el origen vernáculo de la palabra está perfectamente documentado"
A primera vista, la leyenda suena muy convincente e interesante pero, como se indica, está demostrado que no es más que eso, dado que la palabra tiene su origen en la palabra "gangurru" que usaban los aborígenes australianos, Guugu Yimithirr, para referirse a estos mamíferos.

Lo interesante de la leyenda anterior, es la necesidad de que existan objetos (cosas, ideas, lugares, situaciones, etc.) comunes para poder establecer un diálogo entre las dos culturas, esto es, que las dos culturas tengan, en su lenguaje, una palabra que haga referencia a un mismo objeto. Requisito fundamental para lograr esto, es que el objeto en cuestión sea una vivencia común.

Por ejemplo, supongamos que viajamos al pasado y llevamos con nosotros un computador o un celular o cualquier cosa que se haya inventado posterior a la fecha elegida y le preguntamos a uno de los "locales" cómo se llama lo que llevamos. Al igual que en el caso de la leyenda del Canguro, lo más probable es que la respuesta sea "No sé". Esto es, obviamente, ciencia ficción, pero...

¿Sería posible ver esta situación en la vida real?

Si. Hay una posibilidad.

En la excelente película, El Botón de Nácar (2015), del cineasta chileno Patricio Guzmán, se puede ver (y vivir) esta misma situación.

*** ALERTA DE SPOILER - SPOILER ALERT ***

A partir del minuto 41 de la película, el director establece un diálogo con algunos de los 20 descendientes directos de los Selk´nam (tribu que habitaba la Patagonia y que fue exterminada hacia fines del 1800). Estos descendientes han logrado mantener vivo el lenguaje de los Selk´nam y, por lo tanto, pueden traducir palabras del castellano a su idioma nativo. En este diálogo, el director pronuncia objetos comunes (palabras) en castellano y solicita a los entrevistados que las traduzcan.


Al principio, las palabras que les pide traduzcan son aquellas que representan objetos comunes, por ejemplo, Foca, Ballena, Canoa, Remo, Papá, Mamá, Sol, Niño, Luna, Estrella, etc., sin embargo, después, les solicita la traducción de palabras que, para nosotros son comunes pero que, al igual que la leyenda de los canguros, para ellos no. En la película, sólo se puede apreciar esto con dos palabras.

¿Qué palabras son esas?

Dios y Policía.

Increíble.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

La Confianza o La Orientación a Objetivos


Considere el siguiente diálogo:

- Jefe, quisiera pedirle si puedo salir mañana 1 hora antes ya que tengo que ir al doctor.
- Ok Juan. No hay problema. Que te vaya bien en el doctor.
- Gracias Jefe y, no se preocupe, que mañana voy a llegar 1 hora antes para recuperar este tiempo. 
- Está bien Juan. Que te vaya bien. 

Hasta ahí, probablemente, una diálogo normal, salvo, tal vez, la primera respuesta del Jefe que, probablemente, no sea lo habitual. Ahora, consideremos la siguiente variación del diálogo anterior:

- Jefe, quisiera pedirle si puedo salir mañana 1 hora antes ya que tengo que ir al doctor.
- Ok Juan. No hay problema. Que te vaya bien en el doctor.

Asumamos por un momento, que el diálogo anterior se da en una situación normal, es decir, no es un trabajador que abusa de este tipo de permisos o que constantemente está fallando en sus obligaciones o un jefe que pide cosas imposibles, etc. 

¿Cuál es la principal diferencia entre los diálogos anteriores?

La obvia, claramente, es la disposición del trabajador a recuperar el tiempo en que se ausentó de la oficina al día siguiente.

La menos obvia, tiene que ver con un tema de confianza. En el segundo diálogo, no hay ninguna referencia, explícita o implícita, respecto a la necesidad de recuperar el tiempo "no trabajado".

¿Significa eso que los compromisos/objetivos adquiridos no se deben cumplir?

La respuesta es, y debiera ser, que no. Lo obvio es que, en una relación de confianza (en este caso con el jefe), se retribuya ésta de la misma manera, en este caso, cumpliendo con los compromisos/objetivos adquiridos a pesar de tener que ausentarse del trabajo. 

En el segundo diálogo, y contrario a lo que parece, el trabajador no está, necesariamente, demostrando más compromiso con su trabajo, empresa, etc., Sólo se está mostrando un compromiso tácito con la necesidad de trabajar las horas estipuladas y que, en el fondo, elimina el efecto secundario del descuento de horas por ausencia laboral. Una afirmación como tal, no necesariamente, implica cumplir con los compromisos/objetivos asignados. 

Considerando lo anterior... ¿El diálogo refleja una relación de confianza? 

En el contexto de este problema, la confianza está determinada por el cumplimiento de los compromisos y metas, independiente de los factores externos asociados, entre los participantes. Esto es, entre el jefe y el colaborador y vice-versa. De nuevo, asumiendo que las asignaciones son correctas, los plazos han sido acordados en conjunto, están las herramientas disponibles, etc., un diálogo mejor, que refleje correctamente una relación de confianza, sería el siguiente:

- Jefe, quisiera pedirle si puedo salir mañana 1 hora antes ya que tengo que ir al doctor.
- Ok Juan. No hay problema. Que te vaya bien en el doctor.
- Gracias Jefe y, no se preocupe, que mañana van a estar listas las entregas en el horario que acordamos. 
- Está bien Juan. Gracias. Que te vaya bien. 

La variación en el diálogo es muy sutil, sin embargo, hace una diferencia tremenda en la manera de enfrentar el problema.

En primer lugar, hay un reconocimiento explícito de que hay un compromiso adquirido, es decir, la persona (el trabajador en este caso), se siente responsable del compromiso. En segundo lugar, hay una confirmación de que, aún cuando se va a producir la ausencia, éste (el compromiso) no se va a ver afectado. Por último, se entiende del diálogo, que las dos personas están enfocadas en el objetivo y no, necesariamente, en la manera en que cómo llega a él.

Para poder avanzar hacia un modelo de trabajo orientado a objetivos, es necesario establecer relaciones de confianza y, la única manera de lograr esto, es tener claro que lo derechos siempre van acompañados de obligaciones y deberes. Si la balanza se inclina, permanentemente hacia un lado, claramente no habrá una relación de confianza. Pero, también, es necesario saber que el equilibrio perfecto no existe y, por tal razón, a veces la balanza se inclinará hacia un lado y a veces hacia el otro. Está en cada uno lograr adaptarse a cada situación, sin perder de vista, el objetivo, es decir, cumplir con los objetivos/compromisos adquiridos en ambos sentidos.

Está claro que, tal vez, en trabajos menos calificados, o medidos por horas, lo anterior podría no ser posible o válido, sin embargo, no deja de sorprenderme cuando veo estas actitudes en personas más calificadas o en profesionales de alto nivel.