lunes, 18 de febrero de 2013

Yo Tarzan... Tú Jane...

Supongamos, por un momento, que alguien te realiza la siguiente solicitud:

- Necesito que por favor hagas una presentación el lunes, en Chino Mandarín, de la misión y visión de la empresa.

Lo más probable es que el 99,9% de los receptores de un mensaje de este tipo rechazarían de inmediato tal solicitud. Ahora, veamos una nueva solicitud como la siguiente:

- Necesito que por favor hagas una presentación el lunes, en Inglés, de la misión y visión de la empresa.

¿Cuál sería el resultado ahora? Lo más probable es que el nivel de rechazo sería más bajo. ¿90%? ¿80%? ¿70%? En realidad, da lo mismo. Lo importante es que habría tres grupos claramente marcados: los que saben, lo que creen que saben y los que no saben inglés. Desde el punto de vista del resultado, ni el primer grupo ni el último serían un problema. El real problema es el segundo grupo porque el resultado es inesperado.

Hace algunos días me tocó participar de un taller, en el marco de un proyecto Corfo, orientado a guiar a empresas/proyectos chilenos en el difícil camino del emprendimiento y sus posibilidades de emigrar hacia un mercado importante como el de Estados Unidos. El proyecto permite a las empresas asistir a un taller sobre Innovación (la palabra más usada hoy en día) en el cual se expone una metodología para materializar las iniciativas de innovación, se realizan casos prácticos, exposiciones y se obtiene retroalimentación permanente por medio de pequeños ejercicios grupales e individuales. Posteriormente, las empresas deben presentar su proyecto en el formato solicitado, del tipo Elevator Pitch, ante una comisión formada por representantes de Corfo y el instituto que realizó el taller (SRI). De todas las empresas que realizan la presentación, algunas son seleccionadas para continuar el proceso por medio de una pasantía en Estados Unidos.

El taller fue muy interesante. Como suelen ser los gringos para sus cosas, no se dejó nada al azar. Por ejemplo, había dos salas reservadas en el hotel. Una para las clases y otra para realizar las actividades grupales (¡que estuvo casi todo el tiempo vacía!). El material que se entregó estaba perfectamente impreso. El contenido incluía casos prácticos y ejemplos concretos que se alineaban con los conceptos que se estaban tratando de transmitir. Los relatores, muy gringos, sabían matizar perfectamente el humor con el contenido. Eran personas importantes, de vasta experiencia y que tienen una trayectoria en Sillicon Valley como fundadores y asesores de varias empresas.

Una de las cosas más simpáticas del curso, fue la manera en que se realizaron algunos ejercicios de Role Playing (Interpretación de Roles), es decir, aquellos en que era necesario que los participantes simularan un "rol". A diferencia de otros ejercicios similares en los que me había tocado participar, los expositores traían unos gorros y lentes de diferentes colores que representaban los diferentes roles. De esta manera, cuando había que realizar algún ejercicio de este tipo, simplemente se paseaban por la sala entregando los accesorios a cualquier persona. Esto, indirectamente, no sólo permitía visualizar fácilmente el rol de cada participante sino que, además, permitía que los elegidos se tomaran más en serio su rol.

Al comienzo del curso, los relatores le pidieron a cada participante que se presentara. Que indicara brevemente el nombre de su empresa/proyecto, su profesión o rol y sus expectativas del taller. Todos lo hicieron relativamente bien y esto sirvió para conocer a los otros participantes y los proyectos en los que estaba cada uno.

En general, las presentaciones fueron buenas. Todos los proyectos eran interesantes y, además, había profesionales de diversas especialidades participando. Es inevitable asociar la innovación y este tipo de talleres con emprendimientos tipo web, sin embargo, este no era el caso. Un tercio eran de universidades, un tercio eran de empresas consolidadas y un tercio eran emprendimientos puros. Algunos de ellos, incluso, venían del programa StartUp Chile que apoya a emprendimientos en etapas primarias. Muchos proyectos estaban, obviamente, enfocados en las redes sociales (tendencias, estadísticas, marketing, programas, turismo, etc.). Los otros proyectos en temas medioambientales, tecnológicos, producción y operativos.

Durante el taller, y para mejorar la aplicación de los conceptos, se eligió a tres proyectos (por votación) para que fueran utilizados como conejillos de indias o casos aplicados. La gran gracia para las proyectos que salieron elegidos fue la posibilidad de realizar varias iteraciones y recibir feedback constante de todos los que participamos del taller lo que, según la propuesta de los relatores, es la manera de lograr afinar los conceptos y realmente llegar a la idea central de lo que se quiere exponer, vender o promover. Efectivamente fue así. La última presentación de los proyectos fue mucho mejor que la inicial.

Hasta aquí suena todo perfecto... ¿Cierto? 

Efectivamente fue así salvo un pequeño detalle que he omitido a propósito en mi relato.

El nivel de dominio del inglés no estuvo a la altura del taller. Nuevamente, fue barrera fundamental ya que, no sólo hay que poder cumplir con el fondo si no, también, con la forma. Es obvio que será más complejo realizar la presentación de un proyecto a inversionistas extranjeros si no se puede realizar una exposición del proyecto y/o no se puede mantener una conversación fluida en inglés. Hablar bien inglés es un apoyo fundamental y a todas luces es uno de los ámbitos que hay que mejorar urgentemente si realmente se quieren potenciar las iniciativas de innovación porque, aun cuando es posible localmente, es innegable que los grandes fondos de inversión están en Estados Unidos. Ni hablar del mercado.

Por esta razón, es necesario reducir los grupos a dos: los que saben inglés y los que no. Sin puntos intermedios.

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